martes, 2 de enero de 2018

LA VIDA QUE APRENC. CARLES CAPDEVILA

La Navidad me ha traído varios libros, como va siendo habitual. Mi CagaTió particular tiene claro cómo soy, qué preferencias tengo y qué necesito, así que éste ha sido uno de los títulos escogidos.
No sabía si iba a abrir una novela, un monólogo cómico sobre crianza o artículos de opinión, así que me preparé para la sorpresa a las pocas horas de abrir el regalo.
Un poco tonta, pues tan sólo dando la vuelta al libro habría visto qué albergaba en su interior.

Resumen (contraportada): Encontraréis los temas que eran esenciales para el autor: la memoria íntima, la vida en buena compañía, la educación, la salud y la condición humana con todas sus contradicciones. Retrata los escenarios de su infancia, nuestras maneras de ser y hacer, las revoluciones individuales necesarias para arreglar el mundo y las actitudes de los que se remangan para hacerlo posible.
Capdevila estaba convencido de que nuestra misión principal es cuidarnos los unos a los otros y por sus textos circula la gente que más quiso: los profesionales artesanos que se preocupan por los acabados, los educadores vocacionales, las enfermeras que entienden que dar cuidados es más que curar (en catalán es creo más bonito,  porque dice "tenir cura és més que curar"), el voluntariado que defiende el desánimo y los optimistas "pencones" que trabajan para mantener viva la ilusión de tirar hacia adelante.

Impresiones: Hay un prólogo de 3 páginas que si te enternece, llena de optimismo, arranca una lágrima, te hace sonreír o todo a la vez, te está indicando que el libro te encantará.
Tiene gracia poder decir que es un libro de impresiones.
Empieza con un recuerdo infantil del autor que evoca los tuyos propios, así te acerca (en caso de haberte alejado alguna vez, y la verdad es que yo había visto hacía 4 días el musical de "El Principito", o sea, que la faena era fácil) a la mentalidad infantil. Ese "infantil" que en todo momento nos aclara que no puede ser peyorativo. Parece que la mentalidad infantil tuviese que madurar (que debería equivaler a mejorar), pero nada más lejos de sus impresiones. Y es que una de las frases, para mí,  más acertada es "No hay elogio mayor que ser acusado de ingenuo por un cínico".
La Vida que Aprenc nos habla de qué cosas nos hacen cambiar, y cómo sucumbimos a veces a aceptar la maldad, la injusticia, la violación de derechos humanos, la corrupción, y la imbecilidad humana en general,  que se extienden diciendo con voz adulta "es lo que hay y no se puede hacer nada".
Entonces recuerda a esas personas que a pesar de todo, a pesar de haber una sociedad diciendo "es lo que hay y no cambiaréis nada",  siguen llevando a cabo acciones desinteresadas porque son "ingenuos", porque no quisieron renunciar al ideal de un mundo mejor es posible, y  participan en asociaciones sociales, ONGs, son monitores de esplais o de una coral.
Y es que es imposible que otro mundo no sea posible, porque el mundo lo hacemos todos nosotros.
A parte del tema del voluntariado, o las enfermeras o los maestros y las maestras, como entes que ayudan a que el mundo mejore desde la vocación más profunda, Capdevila también habla del respeto a los niños, a la infancia y a todos los profesionales que se dedican a ellos.  Ahí nombra al gran Francesco Tonnuci como revolucionario defensor de la infancia y nos recuerda que las ciudades amigas de la infancia propuestas por él, por fuerza, serían ciudades amigas de todos nosotros.

Como veis,  no he podido coincidir más con todas las opiniones expuestas en este libro, porque es un relato que, a pesar de ser consciente de las miserias humanas, emana el optimismo necesario para seguir creyendo que juntos podemos conseguirlo.


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